Por Lorena Tapia Garzón para Huerquen
El documental traza los siete años de este medio cooperativo recuperado por sus trabajadores y trabajadoras. Una lucha que se convirtió en ejemplo en cómo subsistir y luego crecer en tiempos de macrismo, pérdidas de puestos de trabajo, el desguace de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y un mapa de medios cada vez más concentrado.
“¡Recuperamos la redacción!”. El grito estalla triunfal en la madrugada del 4 de julio de 2016, en medio de una lluvia copiosa y helada que resbala por las camperas apretadas en la puerta de Tiempo Argentino y Radio América, en el barrio porteño de Colegiales. Una patota de encapuchados encabezada por el empresario correntino Mariano Martínez Rojas escapa escoltada por efectivos de la Policía de la Ciudad. “¡Hijos de Puta!”, se escucha en medio del fragor que ya lleva varias horas, tras la intrusión de los matones, que ingresaron por la fuerza y echaron a los compañeros que dormían adentro en custodia de sus puestos de trabajo. Una permanencia que mantenían en la redacción desde hacía unas semanas, tras el abandono y el vaciamiento patronal iniciados a fines de 2015.
Adentro, el desastre es total: los equipos de trabajo y gran parte del mobiliario fueron destruidos, las ventanas vandalizadas con papel de diario y aerosol, los cuadros y afiches colgados en las paredes estaban rotos, tirados y pisoteados, entre ellos una pintura de Rodolfo Walsh que se convirtió en símbolo de ese ataque, el más grave al ejercicio del periodismo y a la libertad de expresión desde el retorno a la Democracia.
Afuera, el desastre también comienza a ser total: recortes y despidos masivos en organismos del Estado, un decreto para desguazar una Ley democrática de las comunicaciones y beneficiar a los grandes grupos concentrados, movilizaciones casi diarias y un caldo de cultivo de las recetas neoliberales que se condensarían poco después con la toma de una deuda millonaria con el FMI, la más grande de la historia del organismo.
El ataque de Tiempo Argentino se convertía, así, en un calco de lo que empezaba a vivenciar la clase trabajadora por el ajuste y la represión estatal. Y la lucha histórica de sus trabajadores, en un ejemplo emblemático para las resistencias que se sucederían en los cuatro años siguientes.
“¡Tiempo Argentino de los trabajadores! Al que no le gusta, ¡se jode, se jode!”. El cántico acompañaba los abrazos, los gritos, y la alegría de volver a entrar a su lugar de trabajo. De restaurar y volver a construir desde lo colectivo. Así nacía Tiempo Argentino cooperativo. Desde la lucha en las calles. Desde la experiencia gremial y asamblearia. Desde la construcción de un sindicato propio, “ni de los gobiernos ni de los patrones”: el SiPreBA, que por esos días también daba sus primeras batallas. Así nacía un diario que ponía al campo popular y a los derechos humanos como columna vertebral de su propia agenda. Una agenda colectiva y debatida. Y así nacía su propio slogan que, siete años después, cae por su propio peso pese a todas las adversidades sufridas en el medio: “Dueños de nuestras palabras”.
Cada una de esas imágenes que hoy cobran fuerza como un búmeran son parte del documental “De la Resistencia a la existencia”, que acaba de estrenarse y que cuenta la historia de este medio recuperado por sus trabajadores y trabajadoras. Un medio que nació como un periódico de papel, que sumó una edición web, un equipo audiovisual, un programa de radio y que ofrece hasta cursos de capacitación. Una experiencia que crece gracias a un sistema de socios y socias que hacen posible construir una voz alternativa en un mapa de medios cada vez más concentrado. Un medio que, además, sumó trabajadores y (sobre todo) trabajadoras, y que paga dignamente todas las colaboraciones que recibe. Un engranaje fundamental para la lucha por una comunicación entendida como un derecho humano.
Dirigida por Pablo Lecaros, el documental rescata imágenes de archivo que emocionan. Desde las primeras marchas en enero de 2016 de los trabajadores de todo el Grupo 23, abandonados por la patronal comandada por los empresarios Sergio Szpolski y Matías Garfunkel (que se pasean por la vida impunemente después de haber estafado a 800 laburantes, sin pagarle sus últimos salarios, ni cargas sociales, mucho menos indemnizaciones), hasta los fondos de lucha, las donaciones con las que esos laburantes comieron durante meses, el enorme festival en Parque Centenario organizado junto a SiPreBA para visibilizar el conflicto y saltar el cerco mediático que, oh casualidad, padecen los conflictos que tienen a trabajadores de prensa como protagonistas.
El dato: durante el gobierno de Mauricio Macri se perdieron nada menos que 4500 puestos de trabajo en medios de prensa en todo el país, según un relevamiento de SiPreBA. Se llevó puestos al Grupo 23, pero también a medios históricos, como el Buenos Aires Herald y la agencia de noticias DyN, que cerraron sus puertas. También aumentó la precarización en el sector, y hubo despidos masivos en medios tradicionales y hegemónicos como Clarín, pero también públicos, como la agencia de noticias Télam (donde sus trabajadores lograron recuperar los puestos de trabajo después de una lucha histórica).
“Haber nacido a comienzos del macrismo tiene un doble desafío, primero porque fue un gobierno con una mirada hostil respecto de cualquier movimiento popular, empresa recuperada, y cooperativa en general, pero sobre todo fue muy punzante en tema medios, propio de quien desguaza una la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual debatida y votada en el Congreso”, dice Malena Winner, quien el año pasado se convirtió en la primera presidenta mujer de la cooperativa.
Y recuerda que la política de medios del gobierno de Cambiemos fue justamente dejar afuera del mapa a los medios pequeños y autogestivos, incluso con el reparto “poco claro” de la pauta publicitaria, de la que el Grupo Clarín es el gran premiado aún hoy. Lo mismo sucede con el papel que utilizan para imprimir el periódico que sale todos los domingos. Un papel que está monopolizado por Papel Prensa S.A., la empresa manejada por Clarín y la Nación que abastece a todos los diarios del país y que dispone a su antojo la suba de sus precios, aún más arriba que la inflación. Sin ir más lejos, más del 50% de los gastos de la cooperativa se va al papel de una publicación semanal.
“El papel sigue siendo un espacio de disputa, colonizado por dos medios que al día de hoy hacen ejercicio pleno de ese poder, dificultando el acceso, con aumentos descomunales, sin aviso, ni financiación”, dice Malena. Y agrega que para dar pelea crearon una red de medios recuperados y autogestivos de todo el país, para pensar colectivamente junto a los sindicatos de cada provincia en cómo promover políticas que los contemple.
Desde su cooperativización, Tiempo Argentino también se ocupó de generar una mayor equidad en su redacción, teniendo en cuenta que era un medio con amplia mayoría de varones (de 223 trabajadores en 2015, solo 66 eran mujeres y muy pocas ocupaban lugares de representatividad). Actualmente, hay casi paridad, tienen una editora de Género, Maby Sosa, y la agenda feminista se convirtió en un intento de ser transversal en cuanto a contenidos, pero también en las prácticas laborales. Malena, además, se convirtió, el año pasado, en su primera presidenta mujer.
“La cuestión género en el colectivo de Tiempo no es solo un tema de agenda en lo informativo, en sus páginas, en su web, sino también puertas adentro. La autogestión aborda la posibilidad de ir a buscar de manera directa capacitaciones, y en ese sentido estamos en una búsqueda activa para repensar nuestras relaciones laborales, que nos ayuden a transitar y mejorar día a día en términos de equidad y de igualdad”, destaca Malena.
– ¿Qué te pasa cuando mirás para atrás y ves estos 7 años de construcción?
– Lo primero que me trae es emoción por lo hecho y por lo aprendido. Quienes la integramos desde ese tiempo, pero también de quienes nos acompañaron desde lo profesional, de las asesorías, tanto contables como legales, desde los colegas y las colegas que se acercaron, cooperativas de otros rubros, que nos explicaban cosas de cómo gestionar. Todos y todas pueden dar fe del esfuerzo, del trabajo y el aprendizaje continuo. También nos encontramos con compañeros y compañeras nuevas, que se sumaron a este proyecto y la emoción es doble. Demuestra que las bases se asentaron bien para que esto marche y no solo poder convocar a nuevos compañeros, sino que haya gente interesada en venir por su propia cuenta.
– ¿Y qué ves hacia adelante?
– Un verbo, que venimos sosteniendo por lo menos desde el segundo año de la cooperativa, y que es “crecer”. No solo en otros rubros como lo logramos con la radio, o la web, sino también en compañeros y compañeras, para sostener el ejercicio de la profesión de la mejor manera que entendimos podemos hacerlo.
“De la resistencia a la existencia” ya se proyectó en la Biblioteca Nacional, en SiPreBA, en el JJ Circuito Cultural, y hasta en el CCK, en el marco del Festival Internacional de Cine Político. El lunes 3 de julio tendrá función especial en el Cine Gaumont a las 19:30hs con entrada libre y gratuita. Más información en https://www.tiempoar.com.ar/