El 10 de septiembre el pueblo de Rosario elegirá a su futuro intendente, entre el actual, Pablo Javkin, por el frente “Unidos para Cambiar Santa Fe” (expresión provincial de Juntos por el Cambio), y Juan Monteverde al frente de “Rosario Sin Miedo” integrada por Ciudad Futura, Movimiento Evita, Patria Grande y otras organizaciones populares.
En la tercera ciudad de importancia del país, con más de 1 millón de habitantes, un triunfo de Monteverde abriría la posibilidad de que una fuerza popular y joven con una larga experiencia territorial, despliegue una gestión que se anuncia disruptiva para solucionar problemas estructurales apoyada en mayorías, con centro en las personas y la naturaleza, y haciendo retroceder a los poderes fácticos que han deformado a nuestra democracia cuarentona al punto de hacerla irreconocible para amplias franjas de la población.
En medio de esta enorme crisis; con la expectativa que despierta este ímpetu democratizante y transformador frente al crecimiento de ideas cada vez más retrógradas; de cara al desafío enorme que implica el gobierno y la gestión pública para las fuerzas populares; y sin la más mínima neutralidad, conversamos con Julián Ferrero, militante de Ciudad Futura y candidato a Concejal por Rosario Sin Miedo. Con foco en el debate ambiental y de la soberanía alimentaria ¿Qué viene para Rosario con ellos y ellas al frente de la intendencia?
Entrevistó Fabio Primo para Huerquen
Hqn: Rosario Sin Miedo y Ciudad Futura hacen referencia al Municipalismo ¿En qué consiste?
JF: Tiene que ver con esta concepción política de hacer de las ciudades un escenario estratégico de disputa democrática. La democracia en las ciudades. Esta democracia que hoy cumple 40 años, y de la cual nadie está contento ni orgulloso, sí con las conquistas pero no con esto que tenemos hoy que es muy difícil de defender. Yo quiero defenderla en función de lo que falta conseguir. Nuestro concepto es refundemos la democracia ahí donde nació que es en las ciudades. Y en estos territorios con esta estrategia hay mucho para hacer. Lo que te da el gobierno municipal es una capacidad de aproximación entre la necesidad concreta, entre el conflicto particular y el problema, con la posibilidad de resolverlo con precisión en distancias muy cortas. Eso no se da en los niveles provincial y nacional, y es una ventaja competitiva. En el caso de la agenda ambiental y ecológica también hay que apalancarse en esa visión.
Hqn: Siguiendo con esta mirada de proximidad ¿Y cómo ven la articulación con los movimientos sociales pero también con los productores? Hoy el debate ambiental, que sobre lo que queremos hacer foco, se ha diversificado mucho, y hay militancias más próximas a la lucha por derechos ambientales y defensa de bienes comunes, pero también hacia la producción de alimentos sanos, su circulación, o la comercialización de cercanía. ¿Cómo ven este tema?
JF: Yo creo que el cambio de paradigma está en que dejen de ser capítulos separados: el ambiente, la ecología y la sustentabilidad por un lado, y por otro la producción. Cuando entramos en esos casilleros nos hacen perder. Quienes estamos movilizados políticamente, incluso afectivamente, con todo esto sabemos que son discusiones que tienen que ir de la mano. Y bancarse las tensiones y contradicciones. La construcción de soluciones ambientales se tiene que hacer con un puente hacia las discusiones sobre el modelo de desarrollo, de producción y la economía que queremos para nuestros pueblos.
Nosotros lo fuimos ejecutando con varios proyectos desde la gestión social, poniendo en marcha unidades productivas que demuestran que desde los periurbanos de la ciudad se pueden motorizar proyectos productivos. Los periurbanos de cualquier ciudad -más en la pampa húmeda- son siempre territorios en disputa. Por un lado avanza la frontera inmobiliaria con los loteos y la especulación, por el otro avanza la frontera agrícola con los monocultivos extensivos. Y ese cordoncito verde es cada vez menos verde y más marrón o gris. Los periurbanos tienen que planificarse con el protagonismo del Estado, no solamente dejando operar al sector privado. Y tienen que ser territorios de cuidado en términos de paisaje natural o de respeto a las condiciones naturales de los suelos. Pero además de tomar todos estos recaudos, en esos territorios demostramos que sí se puede producir; pero no producir cualquier cosa: no me pongas un campo de soja a una calle de distancia de un barrio donde viven 2.000 familias, donde cada tanto pasan fumigando. No es producción si o producción no, veamos qué producimos y cómo producimos. Por eso es importante ir triangulando todos los debates y no separar en compartimentos estancos.
Hqn: A veces no se tiene en cuenta que la producción de alimentos sanos es desarrollo. En este sentido ¿Cómo abordar el tema del trabajo en la ciudad?
JF: Vamos a tener futuro del trabajo y generación de empleo si y sólo si nos animamos a caminar hacia un nuevo modelo de desarrollo que ponga en el centro nuevamente a las personas y a la naturaleza. Si estamos dispuestos a hacernos cargo de la mal llamada basura que genera nuestra ciudad ahí tenés miles de puestos de trabajo. Si nos queremos hacer cargo de alimentar a nuestro pueblo con alimentos sanos, baratos y nutritivos, hay miles de puestos de trabajo. Si nos queremos hacer cargo de remunerar, de valorizar y de visibilizar las tareas comunitarias que vienen haciendo un montón de compañeras y compañeros en los barrios populares, ahí también habrá miles de puestos de trabajo. La cuestión es hacia donde queremos caminar como sociedad. Si caminamos hacia ahí, estoy seguro que estamos construyendo un sistema que integra a las personas y que no las expulsa. Además de desarrollar un modelo productivo que tienda hacia la producción local, y a desconcentrar y desmonopolizar que es una tarea que nos tenemos que animar a dar. Pero además de eso vos tenés que construir la red de comercialización, abastecimiento y logística, para que esos productos que se producen bien, lleguen bien también y que no se quede al valor que le diste en un periurbano se la termine quedando un supermercado. La tarea es la construcción de una gran red de ferias, de mercados, de experiencias de consumo colaborativo, de experiencia de comercio justo. Las que ya están hay que ampliarlas y fortalecerlas pero hay que seguir creando y ampliando la capacidad comercial de los espacios de comercio justo en Rosario.
Hqn: Las fuerzas que integran Rosario Sin Miedo traen una larga experiencia de organización comunitaria y productiva como el Tambo La Resistencia y la Cooperativa La Lactería por ejemplo ¿Qué les aporta eso a la hora de plantearle a las y los rosarinos una ciudad distinta?
JF: Cuando hablamos de que hay que dar vuelta la página y caminar hacia un modelo de transición tiene que ver sin duda con caminar hacia el horizonte de la soberanía alimentaria. Que se sabe que no es algo que suceda de la noche a la mañana. Con estas cosas hay que ser realistas y prácticos. El Tambo La Resistencia es un ejemplo de esto, acá demostramos que es posible poner en marcha una unidad productiva que haga converger el bienestar de los trabajadores, el bienestar de los animales y la calidad de los productos, que es lo que se termina valorizando en el mercado.
Como eso, vos pusiste en marcha una unidad productiva que produce cosas que están buenísimas, que son nutritivas y de calidad, y tenés que ganar la red de comercialización. La Lactería es un proyecto que va en ese sentido. También hemos implementado un formato de “socio”, que tiene que ver con generar una comunidad de consumidores y consumidoras que periódicamente compran una canasta de productos del tambo a un precio entre un 30% y un 40% más económico que en cualquier supermercado. Esto nos permite generar una fidelización de esa gente no solo con un producto que es bueno y nutritivo, sino que esa gente está además defendiendo una lógica distinta de producir. Ahí se politiza el consumo.
Por otro lado, el proyecto de mayor escala que estamos pensando es crear una Empresa Pública de Alimentos. Con la pandemia vino una emergencia alimentaria en todos los barrios populares, donde la gente vive del día a día, de la changa, y esa gente empezó a acudir en masa a los comedores y merenderos. Ahí nosotros empezamos a hacer gestiones para que Nación, la Provincia y la Municipalidad abastezcan con comida los espacios e identificamos las irregularidades en los sobreprecios que cargaban las distribuidoras de alimentos al Estado. Al Estado no lo abastece el productor por lo general, sino una distribuidora que infla precios 5 minutos antes del cierre una licitación. Entonces, ¿por qué no pensar en el desarrollo de una empresa que opere con esta función de abastecer de alimentos al Estado? Que tenga una función social, un interés público y una voluntad solidaria. Comprarle la producción a los pequeños productores agroecológicos, traerlos a Rosario, hacerles un proceso de agregado de valor, fraccionar, envasar y venderlo. Haciendo que el Estado gaste menos por un lado, y por otro garantizando comida de calidad en los comedores.
Hqn: Rosario estuvo atravesada por los conflictos ligados al fuego en las islas del Paraná y la propagación del humo sobre las ciudades de la costa. Se generaron movilización masivas, y terminó de condensar un proceso de militancia ambiental que se venía dando muy desde abajo con notoria desvinculación con el sistema de partidos políticos. ¿Qué balance hacés de los últimos años de conflictividad ambiental?
JF: Hay muchas cosas para decir sobre esto. Respecto del conflicto ambiental que los rosarinos tenemos en torno a las islas, hay una cuestión que para nosotros es fundamental que está en nuestra cultura política y que tenemos que empezar a desandar: cuando el problema te afecta a vos como decisor político pero vos no tenés supuestas competencias para abordarlo, no podés abrirte, empezar a meter excusas y tercerizar las responsabilidades. Esto aplica no solo a las cuestiones ambientales, sino también a seguridad por ejemplo. Obviamente que el Intendente no tiene competencia para armar una policía o dirigir a donde tiene que ir una fuerza de seguridad, o como en este caso no puede armar una brigada para meterse en terreno entrerriano. Lo que sí puede hacer es apalancarse en los movimientos que se organizan para establecer reclamos.
El ambientalismo es un movimiento que -después del movimiento feminista- es un gran emergente de estos años, uno de los más importantes. Hay que apalancarse en estos movimientos, porque es un montón de gente que está en la calle peleando, que cuando pasa algo sale a manifestarse, a denunciar. Ahí no hay ni hubo durante estos años una conexión entre un proyecto político que tenga algunas ideas de cómo resolver algo urgente -como el fuego- con los movimientos sociales que luchan por eso en las calles y los territorios. Tiene que haber con un cambio de paradigma en la cultura política, para poder hacernos cargos de las demandas por más que no tengamos competencias. Hacer todo lo que esté a nuestro alcance y más por más que no sea nuestra competencia o jurisdicción. Hay que mostrar audacia e inteligencia en estos casos.
Hqn: Sobre esta desconexión entre los liderazgos dirigenciales y el pueblo que se moviliza ¿Ustedes qué ven posible hacer si llegan a la intendencia?
JF: Nosotros no tenemos esta visión de caer a una lucha, buscamos acaparar y la hacemos propia. Nosotros como organización social primero, como organización política después y hoy que estamos en puertas de tener la posibilidad de hacernos cargo de esta ciudad, tenemos la filosofía de articular, de construir en red, de juntarnos con otros que estamos en la misma para adelante una pelea porque si somos más, tenemos más poder popular y con eso conseguimos otras cosas.
Nuestro espacio es muy optimista en torno de esta idea de que Rosario con respecto al ambiente, respecto a situaciones urgentes y desesperantes como estar viendo que las islas se prenden fuego, creemos que es necesario una nueva estrategia de articulación y de vinculación entre la política y la gente. El intendente, los funcionarios, el equipo de gobierno y todo el proyecto político tiene que tener la capacidad de construir una estrategia, proponérselo a la gente y de pelear en conjunto. La dirigencia política y la ciudadanía no tienen que ir en carriles separados. Esta es nuestra idea con todo, no solo con el ambiente. Con seguridad lo mismo; con el desarrollo de la cultura de la ciudad y la región lo mismo; con la producción lo mismo. Nosotros no vamos a gobernar desde un palacio. Vamos a gobernar desde la cercanía con la gente porque ahí están las respuestas. Solamente hay que articularlas y poder manifestarlas.