El acceso a la energía como un derecho

por Huerquen

Por Aien Salvo

Como para contextualizar un poco…

Vivimos en una actualidad de innegable crisis climática, o eso es lo que creíamos hasta el resurgimiento de discursos negacionistas masificados en boca de líderes y referentes mundiales. Los efectos del calentamiento global, cada vez más sentidos y cuyas consecuencias son cada vez más devastadoras, parecen no ser motivos suficientes cuando se mira el accionar climático global que pareciese seguir estando en un segundo plano; o por lo menos no tomar la relevancia necesaria para evitar la actual tendencia de aumento de temperatura media global, cuyo ritmo demanda de manera cada vez más urgente, de una mayor e insalvable cooperación internacional, trabajo mancomunado y grandes inversiones a nivel mundial. Las estimaciones realizadas por el Global Carbón Budget predicen que al ritmo actual de emisiones se alcanzará el límite fijado, según el acuerdo de París, de 1.5 °C respecto a los niveles pre industriales en solo 6 años y en 27 años el de 2 °C (The Economist, 2024)

En este contexto, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero, claves para el accionar climático, parecen estar más comprometidos en dar batalla dentro de una disputa supremacista con aires a guerra fría, que en tomar medidas realmente orientadas a limitar sus emisiones. Donald Trump, por un lado, representante del país de mayores emisiones históricas de gases de efecto invernadero (GEI) inició las acciones para retirar oficialmente a los Estados Unidos, en concordancia con lo prometido durante su campaña, del acuerdo de parís. Del lado del frente China, el gigante que hoy más emisiones genera, manifestando, por un lado, su preocupación ante la decisión de EEUU, reafirmando su compromiso para seguir trabajando de manera activa frente a la crisis climática, por lo menos en el plano discursivo, con inversiones en energía limpia que le permitirían para el 2030 desplegar suficiente energía renovable para prácticamente triplicar toda la red eléctrica de Estados Unidos (Sanders, 2023); pero por otro lado, expandiendo su generación de electricidad alimentada con carbón a ritmos alarmantes, amenazando fuertemente de esta forma sus compromisos asumidos de carbono neutralidad de cara al 2060 (Patel, 2025).

Como si no fueran suficientes las preocupaciones que genera, desde la óptica del accionar climático, la disputa entre estos dos gigantes, nos vemos actualmente inmersos en una coyuntura donde el mundo se encuentra sumido en una sucesión de eventos bélicos en expansión cuyas consecuencias sobre el ambiente transforman el camino, ya cuesta arriba en la lucha contra el cambio climático, en una pendiente cada vez más difícil de subir. Además de las espantosas e injustificadas consecuencias humanitarias, las guerras generan contaminación sobre los diferentes medios del ambiente y dispersión de sustancias tóxicas, pérdidas directas de biodiversidad, destrucción de paisajes y altos consumos de combustibles fósiles contribuyendo de esta manera en forma directa al aumento del efecto invernadero (McCarthy, 2022). A su vez, aunque se estima que la actividad armamentística de los países, junto a la industria asociada, es responsable de aproximadamente el 6% de las emisiones a nivel global, los diferentes países no están en obligación de declarar las mismas, siendo la inclusión de dichas emisiones dentro de los objetivos de reducción que deben presentar y alcanzar los diferentes países, totalmente voluntaria (Ambrose, 2021), es aquí que no puedo evitar preguntarme como serían realmente los registros de emisiones presentados por Estados Unidos si se sumara a sus inventarios su despliegue armamentístico. Que las declaraciones vinculadas a este sector sean voluntarias no sorprende considerando la capacidad de lobby que la industria bélica tiene, dichas exenciones aparecen sin embargo con gran incoherencia respecto a la supuesta lucha global contra el cambio climático que se pretende dar.

De que hablamos cuando hablamos de transición energética.

La actual crisis climática, inequitativa e injusta, es producto de un sistema global extractivista que excede todo tipo de límites, ambientales y humanos, cuyo fin pareciese ser el de acumulación infinita, utilizando como táctica la creación continua de nuevas necesidades de consumo en medio de un mundo donde el acceso a bienes y servicios, reconocidos como derechos básicos, no se encuentra garantizados en grandes sectores de la población a lo largo del mundo, realidad que solo profundiza desigualdades. Esta crisis donde los principales responsables, o por lo menos quienes más aportan a su profundización si se considera que son a su vez quienes por sus estilos de vida mayores huellas de carbono tienen asociadas, son a su vez los menos vulnerables a las consecuencias directas de la misma, siendo éstas más devastadores para quienes más pobres y marginales son.

Develado el sector energético, seguido por el transporte, como el principal responsable de emisiones de GEI, si hay algo que en la actualidad no se encuentra en discusión es la desfosiliziación global urgente que debemos realizar como humanidad siendo la transición energética el supuesto camino para lograr dicho objetivo. Si nos limitamos a lo puramente conceptual, podemos entender como transición energética a aquellos cambios que debieran realizarse en la forma de producir, consumir y distribuir energía, algo que a simple vista denota grandes complejidades y necesidad de discusiones. Como humanidad, sin embargo, ya hemos atravesados múltiples transiciones energéticas siendo la realizada durante el periodo de industrialización la que ha llevado a la masificación en el uso de combustibles fósiles. En la actualidad, cuando se habla de transición energética, hablamos de aquella impuesta por el norte global y que se limita a la migración hacia una matriz más limpia y con mayor participación de energías limpias o renovables.

Esta transición, cuyas discusiones rondan en torno a los desafíos tecnológicos, que implica la sustitución de fuentes, que permitan poder continuar abasteciendo las actividades del mundo tal como hoy lo concebimos, no permite el poder detenernos a pensar en los actuales modelos de producción, distribución, tenencia y consumo, mucho menos aún en referencia a la justicia energética y a la garantía de su acceso concebido como un derecho fundamental. A su vez, si nos detenemos a observar los planes energéticos de las grandes potencias globales, los mismos se asemejan tal como el ejemplo citado arriba de China, más a planes de expansión energética cuyas nuevas demandas buscan cubrirse mediante el desarrollo de renovables, que a la real sustitución y desfosiliziación de matrices, “Hoy para muchos países el problema central sigue siendo garantizar el suministro energético a cualquier costo, sin importar los aspectos ambientales” (Bertinat y Chemes, 2025) enmarcándose los mal llamados planes de transición energética en realidad en planes de diversificación de las matrices energéticas siempre con el principal objetivo de asegurar el suministro.

Empiezan a surgir movimientos en consecuencia que comienzan a cuestionar el modelo de transición impuesto hasta ahora, permitiendo habilitar preguntar respecto a ¿Qué es realmente la transición energética? ¿Quiénes están realmente detrás de dicho modelo y cuáles son sus intereses reales? ¿Qué implica la transición energética? La Agencia Internacional de Energía (AIE, 2022) pronostica que las energías renovables superarán al carbón y se convertirán en la mayor fuente de generación de electricidad mundial a principios del 2025, mucho más rápido de lo previsto anteriormente, pero ¿es el camino el de la transición energética pensada únicamente como la sustitución de una fuente por otra sin abordar discusiones respecto a modelos que aborden la descentralización de las fuentes de generación, que permitan discutir aspectos culturales como el nivel de consumo y la eficiencia energética, respecto a la forma que venimos teniendo de alimentarnos y vincularnos con el entorno, respecto a nuestros estilos de vida, acerca del derecho al territorio y el reconocimiento de las comunidades originarias? Y sobre todo ¿Cuál debe ser el rol del estado y de las políticas públicas en todo esto?, pues cuando profundizamos en transición energética frente a cambio climático, y ampliamos la lupa con la que observamos, empezamos a entender la vinculación transversal que hay en todas estás temáticas, puntapiés que permiten comenzar a pensar que quizás quienes anhelamos realmente que el accionar frente al cambio climático se suceda, nos encontrábamos simplemente repitiendo planes y/o estrategias que solo apuntarán a que el mundo continúe con la misma lógica de inequidad y consumo insostenible.

Transición energética ¿para quién y por quienes?

Comienza a aparecer como contrapunto en este nuevo capítulo de disputa hegemónica entre el norte y el sur global, demandas de diferentes movimientos sociales que implican comenzar a repensar modelos de transición para que la misma sea justa excediendo la mera sustitución de fuentes y tecnologías y habilitando nuevas discusiones. La transición energética como viene siendo concebida hasta hoy se ancla en tres grandes ejes (Ávila, 2023) que involucran la construcción en territorio de megaproyectos renovables, principalmente de aprovechamiento solar y eólico, el boom y expansión de la minería de elementos críticos asociados al aprovechamiento renovable como el cobre o el litio, y el actual impulso que se le está dando al desarrollo, principalmente por parte de empresas de combustibles fósiles, a recursos energéticos entendidos como limpios o bajos en emisiones como son el hidrógeno y el gas, fuertemente vinculados entre sí, en función de extender la utilización de este último por un lado y por otro, poder continuar aprovechando la infraestructura asociada a los hidrocarburos. A su vez, cuando se indaga en las diferentes discusiones es posible ver como el objetivo de innovación está fuertemente vinculada en los diferentes casos a la disminución de los costos, ya sea obtener el hidrógeno más barato posible (Bertinat y Chemes, 2025) o el vatio renovable más barato posible, sin indagar en profundidad lo que implica dicho abaratamiento, muchas veces asociado a legislaciones ambientales e impositivas más permisivas o en detrimento de trabajadores. Pareciese que la apuesta de la nueva dinámica global es la reconfiguración del sur global para pasar de ser un exportador de materias primas a ser ahora también de energía.

Es sin embargo necesario y urgente instalar en el debate público la inminente necesidad de transicionar hacia matrices más limpias sin dejar de incluir en el mismo, la necesidad de construir alternativas energéticas partiendo de la premisa de la energía como un derecho y un bien común, de empezar a pensar alternativas locales y descentralizadas con la formación de capacidades locales y cuyo manejo y titularidad sea comunitaria y democrática, respetuosa culturalmente, así como justas intra e intergeneracionalmente (Luces de las resistencias, 2023). Si la intención es a su vez realmente la construcción de matrices más limpias, es importante aprovechar las ventajas de las fuentes renovables, universalmente disponibles, lo que permite construir nodos de generación mucho más cercanos a los puntos finales de consumo de forma tal de construir proyectos de menores escalas y en consecuencias menores impactos. Debemos a su vez, si queremos lograr cambios reales y sostenidos en el tiempo, empezar a discutir patrones de consumo, empezar a incluir en el debate la disminución del uso energético a partir de una utilización más eficiente y responsable.

Si no incluimos estos debates, caemos en el riesgo de seguir reproduciendo modelos de neocolonialismo y extractivismo verde que seguirán excluyendo a gran parte de la sociedad. Deben estar en juego las responsabilidades y vulnerabilidades diferenciadas entre quienes más y menos tienen. Debemos empezar a pensar también el rol de los estados, quienes deben contribuir a garantizar la democratización y representación de opiniones a la hora de pensar políticas públicas y proyectos de generación. Es importante habilitar espacios para discutir transición energética justa, que habiliten la escucha y representación de diferentes sectores, que permitan el acercamiento a diferentes experiencias que hayan sido exitosas y demuestren que son posibles o quizás experiencias que no hayan prosperado, pero sean ejemplos de aspectos a mejorar. El acceso a la energía limpia y de calidad es un derecho que habilita nuevas oportunidades, aportando a la equidad, cuyo abordaje debe ser holístico y respetuoso.

 

Fuentes consultadas:

AIE (2022), Renovables 2022 , AIE, París https://www.iea.org/reports/renewables-2022, Licencia: CC BY 4.0
Ambrose Tom (2021, 11 de Noviembre). World’s militaries avoiding scrutiny over emissions, scientists say. The Guardian. https://www.theguardian.com/environment/2021/nov/11/worlds-militaries-avoiding-scrutiny-over-emissions
Ávila, S. (2023) «Seis ejes ecológico-políticos en torno a la transición energética». Ecología Política, 65: 21-29.
Bertintat P., Chemes J. (2025). El hidrógeno verde más barato del mundo. Hidrógeno verde ¿transición o colonialismo? Apuntes para el debate en Argentina, Uruguay y Chile. Pablo Bertinat et al. 1ª ed – Ciudad Autonoma de Buenos Aires. Fundación Rosa Luxemburgo, 2025.
Crippa M., Guizzardi D., Banja M., Solazzo E., Muntean M., Schaaf E., Pagani F., Monforti-Ferrario F., Olivier, J.G.J., Quadrelli, R., Risquez Martin, A., Taghavi-Moharamli, P., Grassi, G., Rossi, S., Oom, D., Branco, A., San-Miguel, J., Vignati, E. (2022). CO2 emissions of all world countries – JRC/IEA/PBL 2022 Report, Publications Office of the European Union, Luxembourg, 2022, doi:10.2760/07904, JRC130363.
Luces de las Resistencias (2023) «Reforma de la industria eléctrica en México. La campaña Luces de las Resistencias en el parlamento abierto de la Cámara de Diputados». Ecología Política, 65: 15-19.
McCarhy Joe (2022, 6 de abril). How War Impacts Climate Change and the Environment. Global Citizen. https://www.globalcitizen.org/en/content/how-war-impacts-the-environment-and-climate-change/
Patel Anika (2023, 13 de febrero). China’s construction of new coal-power plants ‘reached 10-year high’ in 2024. Carbon Brief. https://www.carbonbrief.org/chinas-construction-of-new-coal-power-plants-reached-10-year-high-in-2024/
Sanders Bernie (2023, 29 de agosto). EE UU y China deben luchar contra la crisis climática, no entre ellos. El Pais. https://elpais.com/america-futura/2023-08-29/estados-unidos-y-china-deben-luchar-contra-la-crisis-climatica-no-entre-ellos.html
The Economist. (2024, 14 de noviembre). The energy transition will be much cheaper than you think. https://www.economist.com/interactive/briefing/2024/11/14/the-energy-transition-will-be-much-cheaper-than-you-think

 

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