Chaco: «Queremos justicia y vivir tranquilos, sea el color de piel que sea» – Johana Saravia

por Huerquen

A todas luces llegamos al pico de la pandemia de racismo y violencia institucional. La CORREPI monitorea estos casos y las cifras son abrumadoras: entre el 20 de marzo y el 31 de mayo hubo 25 casos de muertes en lugares de detención y 20 de gatillo fácil. La única vacuna contra este virus, invisible para la justicia, es la denuncia, la viralización, la lucha incesante junto a la mano solidaria.

Mientras nos preguntamos dónde está Facundo Astudillo Castro (22 años), desaparecido el 30 de abril y visto por última vez junto a un patrullero de la bonaerense; dónde está Diego Fidel Chico (18 años), desaparecido hace ya tres semanas en el Barrio Toba de Chaco, zona particularmente afectada por la pandemia. Mientras pedimos justicia por Lucas Verón, asesinado por los policías bonaerenses Ramón Ezequiel Benítez y Cintia Duarte, el día de su cumpleaños 18 en González Catán. Mientras pedimos justicia por el asesinato de Walter Nadal, asfixiado por la policía de la provincia de Tucumán mientras lo reducían en el piso, igualito que a George Floyd pero sin repercusión. Un brevísimo raconto que evidencia que con las medidas de ASPO se está fortaleciendo el monstruo de la violencia institucional; que digámoslo, descarga su brutalidad sobre las poblaciones más vulneradas y en los territorios más empobrecidos.

En Chaco, esto se expresa directa y dramáticamente sobre los Pueblos Originarios. El atropello contra la familia Fernández-Saravia el 31 de marzo en la localidad de Fontana, Chaco, lo demuestra. Hizo falta un video viral para que se movieran algunas palancas institucionales, pero la “indignación” y la “condena” duró lo que dura todo en la vorágine de la “agenda mediática”.

¿Qué pasó con el caso de Fontana? Hubo un cambio de carátula, y el crimen pasó de ser “privación ilegítima de la libertad, vejaciones agravadas y torturas, allanamiento ilegal y apremios” a “allanamiento ilegal en concurso real con vejaciones”. Con ese giro la Jueza de Garantías Nº 3 Rosalía Zózzoli liberó a los imputados Cristian Flores, Orlando Cabrera, Cristian Foschiatti y Cristian Benítez, que habían sido apresados en sus domicilios. Ante esto las familias afectadas se manifestaron pidiendo justicia y el Ejecutivo Provincial denegó la reincorporación de los criminales a tareas de servicio, lo que disparó la renuncia de la cúpula de la policía provincial en un claro gesto de solidaridad encubridora.

Ante este escenario, conversamos con Johana Saravia, tutora de los chicos que sufrieron las torturas.

Movilización de las familias agredidas al conocerse la noticia de la liberación de 4 policías agresores – Fontana, Chaco

Huerquen: ¿Cómo te enteraste de que liberaron a los policías?

Johana: Cuando me enteré de la noticia con mi familia, fue por los medios. Y entonces yo le mandé mensaje a la Dra. Antonia Cuadra, nuestra defensora y me dijo que ella no sabía nada. Que después se enteró y los de DDHH también se enteraron a medida que iba saliendo en los medios.

Hqn: Yendo un poco hacia atrás, porque pasaron muchos días desde el 31 de mayo hasta acá. ¿Cómo tomaste vos que el caso tome tanto revuelo mediático?

J: Por un lado, me siento bien que haya mucho revuelo, porque no es el primer caso en que se sufre discriminación, yo ya había hecho una denuncia dos o tres meses antes a la comisaría porque había persecución. Eran muchas las quejas de que pasaba mucho el patrullero e insultaban a los chicos que estaban en la esquina, o pasaban y los revisaban, le revisaban los bolsillos, preguntaban qué de dónde venían, qué llevaban, qué traían, todo. Y lamentablemente vieron la denuncia y quedó archivada, no me llamaron, ni hicieron nada.

Hqn: Se podría hacer la lectura de que te tomaron de punto porque trataste de hacer esa denuncia.

J: Y sí, lamentablemente el que tuvo que pagar las consecuencias fue mi hijo, mi sobrino, mi sobrina y la vecina.

Hqn: Sabemos que el caso tuvo mucha cobertura en los medios, pero ¿qué fue lo que pasó?

J: Y ese día como un fin de semana más, los chicos estaban reunidos en la casa de mi hermana. Según los vecinos había una pelea entre dos chicos, en la otra cuadra, en la cuadra de la comisaría. Pero como ya había antecedentes con esos chicos de que siempre pelean, entonces nadie le hizo caso. Y bueno la policía dijo que ingresaron porque hubo una persecución. Porque había policía de la 1ra, la 2da y la 3ra, de las tres comisarías. Mis vecinos me dijeron que ya estaban peleando con unas chicas los policías, se decían cosas, malas palabras. Eran los de la 3ra, los mismos que vinieron acá, entraron sin permiso, no me dieron palabra… ellos entraron a patear, a romper todo.

 

Hqn: ¿Cómo está tu hijo?

J: Soy la mamá de Alejandro Saravia. Ahora él está anímicamente mal. Al igual que yo y sus hermanos. Todavía está yendo al doctor, al oculista, porque tiene un parpado como caído. Lo cual a mí me preocupa cómo va a quedar de ese ojo. Y el trauma que, cuando duerme sueña mucho. No quiere hablar del tema, no quiere dar mucha importancia porque le hace mal. Como mamá también estoy mal, le pedí a la Secretaría de Derechos Humanos que por favor le asista un psicólogo a él, tanto como a mí, porque nos perjudico mucho.

Hqn: ¿Ustedes no recibieron ningún tipo de apoyo psicológico después del episodio y demás?

J: No, por el momento no. Recién ahora esta semana vamos a empezar los dos. Porque nos cae mal la noticia de que ellos estén libres, que estén tranquilos en sus casas los policías. Escuchar que la familia le defiende, como que ellos hicieron su trabajo.

Hqn: ¿Vos qué sensación tuviste cuando viste esa noticia?

J: Tuve la sensación de bronca, a la vez triste y con impotencia porque a mi hijo nadie le va a devolver el bienestar que tenía, más allá de que digan que es un chico fuerte… pero el trauma que vivió. Y a mi sobrina tampoco, el manoseo que recibió en la comisaría más las amenazas de muerte. No se toma en cuenta lo que ellos hicieron. La justicia está tomando en cuenta que los policías están corriendo riesgos por el COVID, por eso no pueden estar presos, pero se olvidó la justicia que estos chicos también tienen familia y yo como mamá tuve COVID de tanto ir y venir del hospital, mi sobrina también. Eso no toma en cuenta la justicia. Creo que son privilegiados por ser parte de la policía. Recibieron muchos privilegios, a ellos le dieron la prisión domiciliaria cuando ellos privaron de la libertad a los chicos.

Hqn: ¿Y tú sobrina cómo está?

J: Daiana no quiere hablar del tema porque dice que es al pedo. Ella piensa, como nosotros, que esto va a quedar en la nada, que la justicia ya favoreció a los policías. Que por el solo hecho de ser policías pueden manosear a una criatura, amenazarla de muerte. Sentimos que el mismo gobierno los respalda. Nosotros somos humildes, no tenemos plata, no tenemos cómo defendernos más allá de que podemos hablar de lo que pasó y de cómo estamos, pero no tenemos el mismo respaldo que ellos.

Hoy por hoy sale mi hijo, se va a trabajar o va a la casa de algún familiar y tengo que preguntar si llegó, vuelve y tengo que avisar que llegó a la casa, cuando nosotros nunca nos manejamos así.

Así salieron de la comisaría lxs jóvenes brutalmente golpeados por la policía en Fontana – Chaco

Hqn: ¿Esta violencia también tiene que ver con que ustedes son indígenas Qom que viven en un barrio humilde?

J: Y lo que pasa es que ya hay un odio acá... Si sos blanco tenés libertad para hacer lo que querés, pero si tenés rasgos indígenas te revisan hasta lo que llevas para comer en un bolso. Lamentablemente esa es nuestra situación.

Hqn: ¿Cuál sería para vos y tu familia la mejor salida de esta situación?

J: Y bueno lo que yo espero de la justicia es que ellos queden presos; pero no solamente esos 4 policías, actuaron más de 30 policías y alguien estuvo a cargo de su operación, ¿Quién estuvo a cargo de ese operativo? Yo no sé por qué no aparece el nombre. Yo fui a preguntarle al comisario por qué los detuvieron a los chicos y me salió contestando que a él lo levantaron de la esquina de la comisaría porque estaba tirando ladrillos, rompiendo un edificio cuando no hay nada roto en el edificio, hicieron las pericias y no hay ni un vidrio roto ni botellas en la vereda. Hubo tanta, tanta tortura cuando no se rompió nada y aún si ellos hubieran hecho eso, no es la forma de hacer cumplir la ley. Hasta ahora se resguarda el nombre y apellido de quien estuvo a cargo, por qué no se hace responsable, por qué hacen hincapié en los 4 policías cuando fueron más de 30 o 40 policías. ¡Qué también rindan lo que tienen que rendir ante la ley y que haya una vara justa para todos! ¿Por qué la ley no es pareja para todos? Eso es lo que te da bronca.

Hqn: ¿Qué fue lo que te contó tu hijo de lo que vivió ahí adentro?

J: A mí me contó que a él le llevaron; le sacaron de la casa de mi hermana y arrastraron por toda la calle, le llevaban a las patadas, eran más de 4 policías los que le pegaron, según los vecinos eran de 6 a 8. Debe haber 3 cuadras más o menos hasta la comisaría, hasta la remera le sacaron. En ningún momento le llevaron a sanidad ni nada porque ya estaba todo golpeado al entrar a la comisaría, y le siguieron pegando y saltaban arriba porque lo tenían boca abajo a él y a mi sobrino. Saltaban arriba de él, le gritaban que digan quién manda ahí, que ellos son unos indios de mierda, que así hay que tratarlos, que hay que matarlos.

Hqn: ¿Tu sobrina también fue a parar a la misma comisaría?

J: Sí, y mi sobrina tiene 16 años estaba en una pieza y dice que le pegaban y le agarraban uno de una mano y otro de la otra mano. Le tiraban alcohol y la amenazaban como que le iban a tirar un cigarrillo prendido. Una policía fue a buscar una tijera y dijo que le iba a cortar el cabello. Y ella estaba viendo como estaban pisando a los otros y ella tenía miedo de que lo maten… se turnaban para saltar.

La otra es Rebeca que es vecina de mi hermana. También se la llevaron. Cuando yo la llevé al hospital me dijo que ella tenía miedo de hablar porque ya le amenazaron ahí adentro. Ella me dijo lo mismo que me dijo mi sobrina, me dijo el doctor que a ella le dolía una parte de las mamas porque a ella le pusieron boca arriba y le pisaban.

Movilización de las familias agredidas al conocerse la noticia de la liberación de 4 policías agresores – Fontana, Chaco

Hqn: Después de todo este este episodio horrible tanto tu sobrino, como tú sobrina, tu hijo y la vecina volvieron a sus casas. ¿Cómo fue el clima del barrio después de todo esto? Porque también circuló que la policía siguió pasando amenazando en que no se diga nada.

J: La policía volvió a pasar frente a la casa de mi hermana y la mía. Nosotros llamamos a Derechos Humanos y les contamos qué es lo que estaba pasando y ahora no pasan más, pero sí tenemos miedo porque nosotros salimos a hacer mandados, salimos a comprar para comer. Mi hijo también sale porque tiene que trabajar, él trabaja de sereno y el miedo que nosotros tenemos que le pase algo. Mi sobrino Cristian trabajaba en el mercado central y recibió amenazas; ahora no trabaja más.

Hqn: ¿Tu sobrino se quedó sin laburo por todo esto?

J: Sí. Mi hijo también, porque cuando nos enteramos de la noticia decidimos que deje de trabajar. Preferimos tenerle acá en la casa y arreglarnos como podemos, pero saber que está bien. Nosotros no recibimos ayuda de nadie, solamente ese día que mi hermana recibió mercadería y una cama para los hijos. A mi hijo también le trajeron una bolsa de mercadería de la intendencia de Fontana y Desarrollo Social, creo que de Nación me dijeron, que trajo una bolsita de mercadería, y eso nomás. La bolsita es para 15 días. Acá a la calle salgo yo, la que se va a traer las cosas soy yo, y la decisión que tuvimos que tomar es que él deje de trabajar, y hay un ingreso menos en la casa. A nosotros nadie nos respalda. Esa es la triste realidad.

A nosotros nos han marcado toda la vida, toda mi vida voy a revivir ese momento. Tengo miedo que le pase algo a mi hijo.

Si tuviera enfrente el presidente, a la ministra y el mismísimo gobernador, le diría que las disculpas no me sirven porque yo necesito que se haga Justicia con los cuatro chicos no solamente con mis hijos. Yo quiero justicia.

¿Qué va a pasar mañana con los otros chicos que son aborígenes? total pueden venir y matar a un indio más y el Estado va a mirar para otro lado. Mi fuerza para seguir es por mis vecinos, mi comunidad, porque el Estado no se hizo presente. El Estado a mí no me brindó nada. La intendenta de acá de Fontana brilló por su ausencia.

Nosotros siempre les decimos a los jóvenes que nunca tengan vergüenza de ser indígenas porque nacimos de una mamá y un papá indígena, tenemos que sentirnos orgulloso de lo que somos, de lo que valemos y que eso no te impide hacer una vida tranquila, al contrario. Así sea criollo, sea aborigen, sea el color de piel que sea.

 

Fontana – Chaco, julio de 2020

Celestina, abuela Qom de la comunidad Potae Napocna Navogoh (La Primavera), atropellada y asesinada junto a su nieta por un gendarme – Formosa 2012

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