Agroecología: “Se puede producir mucho más eficientemente que con la agricultura industrial” – Damián Ferranti

por Huerquen

¿En qué pensás cuando escuchás “agroecología”?

Para una parte de los productores de la pampa húmeda la palabra remite a “cosa de jipis”, quizá una pequeña huerta de “ambientalistas que se dedican a jorobarle la vida al chacarero con una cantinela sin fundamento sobre agrotóxicos”. Suena?

Sería largo enumerar los mitos que el agronegocio fogonea para mantenernos en su corralito de transgénicos y venenos. Pero tratándose de enfrentar (realmente) a un modelo que se ha consolidado en muchos de nuestros territorios, también es necesario complejizar la mirada y (quizá…) desarmar los propios mitos, para poder establecer vínculo con todos los sectores que son afectados por sus lógicas.
Mientras en las ciudades crece la demanda por alimentos sanos a precios justos; entre los chacareros de la pampa húmeda la agroecología extensiva viene abriéndose camino. Ya sea por el aumento de los costos en dólares de los insumos, por el reconocimiento del deterioro de los suelos y la disparada de las llamadas “malezas resistentes”, por sacarse de encima la mirada que los responsabiliza por la enfermedad y la contaminación, o por la ineludible evidencia del peligro que los agrotóxicos representan para la salud propia y familiar.

Son distintos los puntos por los que se está resquebrajando la hegemonía que el agronegocio trasnacional logró establecer en un sector al que se suele embolsar indiscriminadamente bajo el mote de “sojeros”.

Reconocida por la FAO (que ya habla de virar hacia la agroecología), la Red de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología – RENAMA, viene desarrollando una tarea muy importante, pedagógica y productiva, en muchos pueblos y ciudades del interior del país. Al día de hoy, 85.000 hectáreas demuestran que la agroecología extensiva está lejos de ser la caricatura que el agronegocio denosta, para plantearse como la opción productiva (diversa y situada) que es.

Sobre todo esto, y a partir de su experiencia concreta en 1.000 hectáreas, conversamos con Damián Ferranti, ingeniero agrónomo y productor de Roque Pérez, en la provincia de Buenos Aires.

Huerquen: Hola Damián, bueno para arrancar contanos quién sos, de dónde, y a qué te dedicás.
Damián Ferranti: Bueno, soy Damián Ferranti ingeniero agrónomo y productor de Roque Pérez, en la cuenca del Salado, provincia de Buenos Aires. Ingeniero agrónomo de la Facultad de Agronomía de La Plata donde actualmente también doy clases en una materia. Con mi familia estamos llevando adelante una producción agroecológica, 100%, en un campo de 1.000 hectáreas (has) típico de la cuenca del Salado con sus problemas de inundaciones y demás, pero con un gran potencial en lo que es pastizal natural. Hacemos sobre todo ganadería. Hasta el 2015 la única actividad era la cría de ganado, que consiste en la producción de terneros que se venden al destete, y se hacía agricultura. 110 hectáreas de maíz y soja, esa era la rotación todos los años, bajo un contrato de porcentaje con un contratista. Esa agricultura no estaba integrada al resto de la actividad, es decir, ese rastrojo de soja (porque principalmente se hacía soja por los costos del maíz hasta el año 2015) casi no tenía valor pensando en transformarlo en carne o alimentar al sistema con lo que es bosta. Desde la agroecología justamente le damos mucha importancia al bosteo, a todo lo que es natural.

Hqn: Vos te formaste en una universidad “convencional” digamos ¿cómo llega la agroecología a vos y a tu familia?
DF: Justamente la Facultad de Agronomía de La Plata tiene una materia obligatoria en 4to año de Agroecología, que ya tiene 15 años, y eso ya es un primer paso para lo que es una carrera donde un agrónomo y una agrónoma tiene que salir sí o sí con esa materia aprobada. Medio que desde ahí y haciendo algunos talleres de práctica profesional con el ingeniero Eduardo Cerdá, también recibido en La Plata, es que empezamos a quitarnos los primeros miedos de que se puede producir así, y mucho más eficientemente que con la agricultura industrial, el modelo predominante. Nos convencíamos y fuimos con mi familia a ver campos que estaban trabajando de esta manera, con esta nueva mirada. Así mi familia medio que se dió cuenta de que sí se podía y empezamos a trabajar fuertemente hacia ese lado y con mejores resultados.

Hqn: Justamente hablábamos sobre que hay un mito de que “la agroecología no puede ser para producción extensiva” donde sí o sí tenés que pasar por el modelo agroindustrial. ¿cómo es tu experiencia con la agroecología en una práctica extensiva?
DF: Lo que se busca obviamente es tener la mayor cantidad de vida posible en esos suelos; de esa manera es como los mejoramos… y se mejoran muy rápidamente. Se apunta a trabajar siempre con coberturas que nos permiten no tener tanta incidencia de malezas. Así que pasamos a hacer una agricultura con cultivos de verdeo o coberturas durante el invierno: avena, trébol, vicias, trigo, cebada… vamos probando distintos cultivos de acuerdo al tipo de suelo; y en el verano hacemos girasol, sorgos y maíces, principalmente para la alimentación del ganado pero también se vende un excedente. Con la ganadería, estamos regenerando el pastizal a través de la subdivisión en parcelas, el acercamiento de las aguadas (una redistribución de aguadas) para favorecer el pastoreo y que sea más eficiente, también para la distribución de la bosta y el orín.

Hqn.: ¿Cómo es la relación en cuanto a números, con aquellos vecinos que producen convencional?
DF: Es un gran punto; porque es cierto que tenemos rendimientos menores a los cultivos, pero el costo para producir por hectárea es muchísimo menor. Por ejemplo, ahora estuvimos calculando para los maíces que hicimos y andamos en 200 dólares por hectárea de gastos contra 400 o 500 dólares que tiene que poner un productor convencional. Donde además no sabe si va a cosechar, o sea que el productor termina asumiendo el riesgo, como pasó en el año anterior con la seca. Uno no sabe si va a poder obtener un rendimiento que sea favorable. Con esos costos de 400/500 dólares tenés que andar arriba de 5.000/6.000 kilos de maíz por hectárea para salvar los costos. Y eso es un riesgo aún mayor.
Nosotros tenemos un rendimiento menor, justamente 5.000/6.000 kg pero el costo es muchísimo menor. Entonces necesitamos menos granos de ese mismo maíz para pagar los insumos, por lo que nos queda más grano en el bolsillo y por lo tanto nuestro maíz va a rendir más. En el otro maíz, buena parte se la llevan los insumos.
Siempre los maíces son variedades que los vamos intercambiando con otros productores. En los verdeos también tratamos de tener semilla propia. Es un costo menor en logística además de salir a buscar semillas que no sabés si se van adaptar a tu suelo.

Hqn: ¿Cómo es el dialogo con los productores que hacen convencional?
DF: Por estar en una zona agropecuaria tengo mucha relación con la gente del campo y cada vez noto que hay mayor interés e inquietud por saber cómo estamos trabajando nosotros, porque les encantaría poder gastar menos. De hecho de la Sociedad Rural de Roque Pérez me pidieron por favor les pase los números nuestros para por lo menos desde ahí, ver qué se puede hacer, ver como ellos pueden tomar algunas cosas.

Hqn: ¿Cómo fue el proceso con Eduardo Cerdá ahí en Roque Pérez?
DF: Cerdá tiene mucho recorrido a lo largo del país y llega mucho con la palabra; es muy experimentado en el tema, tiene un caso muy exitoso con La Aurora en Benito Juárez, reconocido por la FAO como una de las 50 mejores experiencias en agroecología del mundo. Todo eso ha generado una repercusión y cuando vino a Roque Pérez fue muy positivo. Hubo un acompañamiento tanto de Sociedad Rural como de los diferentes bloques políticos del pueblo. Eso dió pie a armar con celeridad la ordenanza, que restringe y prohíbe el uso de agroquímicos alrededor del casco urbano.

Hqn: ¿Uds participaron en la redacción de esa ordenanza?
DF: Si, me consultaron algunas cosas, acerqué material que conocía sobre todo de ordenanzas de otros municipios, y sí, participé de la redacción de la ordenanza lo que es muy lindo porque después salió aprobada en el Concejo Deliberante. Ahora la instancia decisiva es la reglamentación.

Hqn: A partir de esta ordenanza, ¿el Estado ha tenido algún acercamiento con Uds. como para compartir su experiencia con aquellas zonas donde no se va a poder fumigar más?
DF: La ordenanza es una herramienta que les sirve a los vecinos para poder quejarse y poder tomar cartas en el asunto cuando ven que están aplicando, o con la problemática de los residuos, es decir los envases que quedan a la deriva. A raíz de eso se armó un conflicto donde, al estar la ordenanza, siempre tiene que estar la policía por orden provincial y tal es así que el conflicto vino por el lado de los envases. La OPDS (Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible) tuvo que tomar cartas en el asunto y se habilito de manera muy rápida un CATS que es un Centro de Acopio Transitorio, donde todos los bidones tienen que ir a parar. De alguna forma se está buscando dar una trazabilidad de esos envases, es decir, cuando el productor lo lleva al campo lo tiene que volver a subir a la caja de la camioneta a través de un remito y llevarlos al lugar de donde provinieron y la empresa que está detrás de eso se tiene que hacer cargo.

Hqn: ¿Qué opinas del discurso de las «Buenas Prácticas Agrícolas» (BPAs)?
DF: Creo que las BPA es una forma de enmascarar lo que se viene haciendo, es una forma que tiene los agrónomos y las empresas de respaldarse para seguir aplicando y utilizando el modelo de agroquímicos. Es un cuentito más.

Hqn: De alguna manera la ordenanza viene a corroborar lo que las asambleas socioambientales viene diciendo desde hace años. ¿En Roque Pérez hay alguna asamblea? ¿quién asume esta voz por la agroecología en la ciudad?
DF: Eso es algo que no está tan visible, hay mucha gente interesada pero no tenemos un espacio de asamblea. Sí somos vecinos que nos conocemos y estamos constantemente intercambiando información. Hay muchas docentes y médicas del hospital que están muy preocupadas por la incidencia cada vez mayor de cáncer y algunos otros problemas sobre todo en los primeros años de vida (malformaciones, problemas de respiración) de chicos que viene de áreas rurales. Ahí hay una relación directa con las aplicaciones en los campos. Para lo mismo con las escuelas, que están en las lomas de las zonas rurales, porque las escuelas están bien posicionadas para que no se inunden y son las lomas las que más agroquímicos reciben.

Hqn: Viste que en muchos lugares es fuerte el discurso de que “se vive del campo” y a veces la denuncia del impacto de los agro tóxicos en la salud y el ambiente es vivida con mucho recelo, ¿Cómo se vive esto en Roque Pérez?
DF: Lo que está pasando en este nuevo escenario es que la gente ha dejado de trabajar su tierra, está viviendo en el pueblo y ha alquilado el campo. Entonces, noto que los productores se han reducido en número y también en poder. Unos pocos hacen todas las tareas a través del contrato por alquiler. Es decir que a través de los alquileres pocos productores se hacen cargo de toda la producción del partido, por lo que hay una lucha entre mucha gente que tiene campo pero que no produce en ese campo. Y es gente que cuando uno charla, estaría encantada que esos contratistas tengan esta nueva mirada. Creo que de a poco se van a ir generando nuevas relaciones entre los contratistas y los dueños de los campos. En muchos casos no quieren que se fumigue porque saben que se le está dañando el suelo; porque acá hay también una cuestión económica de por medio: que el suelo se degrada a paso agigantado con el otro agroindustrial. Por eso yo veo un escenario bastante favorable de acá a unos años.

Hqn: Viste que hay un prejuicio cuando se habla de agroecología como que “son todos hippies, ambientalista etc.”, y también desde muchas asambleas socioambientales a un productor que puede estar trabajando 1.000 hectáreas a simple vista no se lo ve de una como un compañero o un aliado de este camino. ¿Cómo te resuenan esas cosas?
DF: Como uno tiene una formación en lo que es la agronomía en sí, uno sabe que daña el suelo con el otro modelo. Entonces ya ahí uno tiene un acercamiento distinto a la agroecología que viene a proponer esto de mejorar no solo el suelo sino también el ambiente y que es algo muy positivo para la sociedad. Creo que la agroecología nos pone en ese nuevo escenario donde no es solo cultivar año a año y que no nos importe nada. Creo que viene por ahí.
Gracias a dios puedo trabajar de forma directa en el campo familiar; tiene mucho que ver que la dueña sea mi madre; la verdad tuvo una sensibilidad muy importante hacia lo que proponemos tanto mi hermano como yo, y se dio todo muy bien. No hubo que discutir demasiado el tema. De hecho ella nos estaba esperando una vez que nos recibamos los dos de agrónomos para meter cartas, lo que nunca se hubiera imaginado era que íbamos a hacer esto no?, pero está muy contenta porque esto de los agroquímicos a nadie nos gusta: lidiar con los envases, llamar al que te fumiga que siempre te fumiga los alambrados, que te suele quemar los montes de reparo que después los necesitamos para los animales… eso también genera un choque.
La otra vez, un muchacho veterinario de 25 de Mayo me decía que cuando vieron que le quemaron el boulevard de eucaliptos de la entrada al campo le prohibieron el ingreso a todos los fumigadores y hoy están haciendo agroecología.

Hqn: Nos contabas que tu viejo es contratista, ¿cómo fueron esas charlas con él?
DF: Mi viejo es contratista con el hermano, lo que quiere decir que prestan un servicio de hacer el trabajo de la siembra y la cosecha bajo un contrato de alquiler donde el dueño del campo percibe una renta de eso. El contratista tomó mucha incidencia cuando apareció la soja transgénica en Argentina en el año 1996. A partir de ahí con el paquete tecnológico, apareció este nuevo servicio que se pudo aplicar a gran escala. Y bueno, mi viejo con el hermano se han reducido en hectáreas porque ya no es tan rentable, los costos son muy elevados, los alquileres también, y los beneficios no son tan amplios. Pero lo que es agricultura en sí mismo, están tratando de aplicar lo mínimo posible, nos dan bastante bola tanto a mí como a mi hermano y tratamos de no generar tanta presión sobre los ambientes porque cuanto más presión generamos también mayor resistencia se generan por parte de las malezas y cada vez se tornan más agresivas. Entonces uno tiene que ser muy cuidadoso con la tecnología. Como se han usado tan a desmán, hoy tenemos en el país más de 30 malezas resistentes.
Volviendo al tema de mi viejo, le encantaría hacer agroecología pero está esperando ese desarrollo: cómo hacer agroecología en los campos que ellos vienen trabajando desde hace unos años que son alquilados. Pero están muy interesados en el tema.

Hqn: ¿Qué sería “que está esperando”?
DF: Lo que ocurre es que los números bajo esa forma de producir (con contrato de alquiler) son muy finos. Entonces ellos prefieren seguir haciendo lo que ellos saben hacer, lo que predomina en el pueblo, en todos los pueblos donde la mayoría de los técnicos no saben otra cosa que aplicar el paquete tecnológico. Creo que la agroecología a medida que tome más importancia va a tomar mayor amplitud porque los números cierran.

Hqn: Esta buena relación de lo que haces ¿siempre fue así o fue un proceso?
DF: lo que pasó fue que cuando fuimos a La Aurora con mi familia en febrero del 2015 fue increíble, se quedaron helados, impactados con un campo de 650 has trabajado de forma muy amigable con el sistema. Donde no tenían problemas ni de plagas, ni de malezas, todos los cultivos hermosos. Y bueno, creo que esto entra por los ojos también.

Hqn: Has hablado de la cuestión del trabajo y que uno de los argumentos que tiene el agronegocio cuando hablamos de agroecología es “se necesita más trabajo” ¿cuánto más trabajo se necesita?
DF: Para instalar un sistema agroecológico que ande sobre rieles digamos, y pensando primero en la ganadería, hay trabajo. Se agrega trabajo en los primeros años hasta que uno instala un proyecto sobre todo en pastoreo rotativo. Para conseguir ese pastoreo rotativo uno tiene que sí o sí subdividir los lotes. En mi caso eran lotes de 50 has y había que reducirlos, había que llevar el agua a las parcelas, y eso genera un trabajo que un poco lo abordamos nosotros con el empleado que tenemos pero también hubo que dar trabajo a alambradores de la zona y también a molineros. En buena hora, nosotros preferimos en dar ese dinero a una familia del pueblo y no a una empresa que uno no sabe dónde termina ese dinero. Eso también tiene un contenido político (por lo menos nosotros lo creemos así) que es mucho más sano saber que queda en buenas manos, en gente trabajadora que la vemos todos los días con las manos sucias vamos a decir.
El establecimiento agroecológico El Mate de Córdoba, de los Vasquetto, que tiene un PRV (Pastoreo Racional Voisin) que es mucho más intensivo todavía, y ellos calcularon un costo de U$S 500 por hectárea para instalar las parcelas, los alambrados eléctricos. 500 dólares es lo que se lleva un cultivo de maíz por año y nosotros estamos hablando de un sistema que va a durar 10 años por lo menos con los eléctricos en pie, con un mantenimiento pero que es mínimo.
Y para la agricultura nosotros tenemos un debate ahí, porque al no usar tanto agroquímico hay menos agresividad y menos explosión de plagas en los cultivos, entonces tenemos muchas menos tareas de mantenimiento en los 6 meses que dura un cultivo. Pero por el lado que sí se incrementa el trabajo es en tener una rotación clara y nunca dejar el suelo descubierto. Si hacés cultivos de verano ya tenés que estar pensando cómo vas a cubrir el suelo en el invierno. Y después ese cultivo de cobertura cómo lo vas a cortar: si le vas a meter los animales, si los vas a desmalezar, si los vas a rolar. Ahí sí se agrega trabajo pero uno lo hace con gusto porque sabe que estamos mejorando el suelo. Nosotros arrancamos con mucha “rama negra” el primer año porque cuando sacamos los agroquímicos del sistema fue una explosión bárbara pero hoy ya no es un problema para nosotros. Es como que también las malezas están muy asociadas a la técnica y la rama negra medio como que viene con el paquete del glifosato.
Nosotros tenemos malezas claro, tenemos quínoa en esta época, tenemos cebollín pero con cobertura la incidencia es muy menor y convivimos, se aprende a convivir un poquito con las malezas. Hasta ahora no perdimos ningún lote por maleza.

Hqn: recién hablabas del INTA ¿qué rol vienen teniendo los organismos del Estado frente al dilema que nos plantea el agronegocio y la posibilidad de la agroecología?
DF: lo que está pasando es que ya hay varios técnicos que ya se estas sumando a la agroecología. En la medida que logran sacar proyectos de investigación se está empezando a hacer distintos módulos agroecológicos como por ejemplo el de Barrow, en Tres Arroyos, que es muy interesante; un módulo experimental donde se calcula todo, y como nos pasa en todos los proyectos agroecológicos, muestra muy buenos resultados haciendo las mismas prácticas.
Ahí también rompe otro mito: si el INTA lo hace y lo demuestra en una parcela de 10 has quiere decir que se puede. Y la otra tarea que tiene el INTA es la extensión y, como les decía, ya hay muchos técnicos del INTA que están formándose en la agroecología y los que no están formados lo están haciendo, lo que es muy favorable.

Hqn: Desde distintos organismos internacionales como las FAO comienzan a levantar la agroecología ¿Esto como lo vivís? un logro, un peligro, ambas…
DF: Creo que un organismo como la FAO, que está un poco más adelante y manejan otras cuestiones hasta diplomáticas, si tienen una tendencia a hablar de la agroecología, de la sustentabilidad, términos que rápidamente los apropian, creo que siempre es favorable porque en definitiva ellos bajan fondos y lo cierto es que la agroecología tiene muy poquitos recursos.

Hqn: Si te cruzas a alguien del pueblo y te pregunta ¿Qué es la agroecología?, ¿Cómo se lo explicarías?
DF: Lo que suelo decir para no chocar es que nosotros buscamos una agricultura de proceso donde no nos apoyamos tanto en los insumos; y desde los procesos hay mucho para laburar y mucho para utilizar la cabeza y la creatividad de los sistemas agrícolas. Es increíble que tanto los agricultores como los ingenieros agrónomos están con muchas ganas de meter estos procesos a lo que ellos vienen haciendo, porque en definitiva van a ser impactos favorables a sus sistemas y se va a ver en una mayor rentabilidad. Yo noto una buena comunicación, ya no hay un rechazo hacia nosotros los agroecólogos. Todo lo contrario. Nos tenemos que acercar más, tenemos que trabajar. Y vuelvo a repetir lo mismo: la agroecología es una agricultura que nos desafía a trabajar desde los procesos, y no desde los insumos.

La Plata, septiembre de 2018

Imágenes: RENAMA y Huerquen

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