La autopsia del cuerpo de Santiago Maldonado determinó “muerte por ahogamiento e hipotermia”. La composición oficial intenta cerrar el plano en una dato que se complejiza a medida que levantamos la mirada: la represión ilegal al Pu Lof en Resistencia, los «corchazos para que tengan» y de fondo, la disputa por el territorio que, genocidio mediante, le fue arrebatado al pueblo mapuche y hoy está en manos de terratenientes como Benetton.
Sin la menor inocencia se nos empuja a pasar la hoja: Santiago está muerto y la vida, para nosotrxs, sigue. Sobre el contraste de la carne muerta y la viva, se construye la ficción de que «salimos indemnes», estamos «intactxs”. Pero es mentira: a todxs nos ahogaron.
A Santiago lo inundó la violencia de un Estado guardián de los poderosos. Esa violencia puso su cuerpo en el agua para morir; y esa violencia, a cada unx de los que seguimos de este lado de la vida, también nos ahogó.
En esta historia no hay afuera.